CAMPO BRAVO VENEZOLANO

Giovanni Cegarra

Sin temor a equivocarme se ha venido de más a menos por circunstancias en las que inciden una serie de aspectos de orden económico y gerencia ganadera, la desidia por parte de los propietarios de las ganaderías de lidia existentes en el país, que no han refrescado sus dehesas, ni renovado la sangre ni vientres, de donde habrá de surgir, el rey de la fiesta, el toro limpio, puro, de buen encaste, estampa, trapío, bravura y por supuesto, sin dejar pasar por alto la difícil coyuntura socio, económica, política, que en los últimos años se ha vivido y se vive en Venezuela.

Años de años, que en las Ferias Taurinas de Venezuela, los aficionados a los toros, no vemos un toro digno de la Fiesta Brava, por el contrario, hemos visto toros desiguales de presencia y hechura, de descarada ornamenta, afeitados, becerros disfrazados de novillos y estos de toros, flojos de manos, descastados, que en resumidas cuentas y para no entrar en muchos detalles de los bichos que se han lidiado y pasaportado en las Plazas de Toros del país, han frustrado las ilusiones de muchos toreros, algunos iniciando la profesión, otros ya curtidos y figuras del mundo del toro.

Es la gran verdad del campo bravo venezolano.

Recordamos mucho las corridas de toros, donde el rey de la Fiesta Brava, tenía hechura, presencia, textura, con cara de toro y hoy por hoy, ello, es un sueño que por el camino que vamos, no volverá a ser realidad, ya que los encierros que nos presentan en el espectáculo taurino venezolano, dan lástima, salvo una de otra excepción y esa muy remota de verdad.

Sabemos que los ganaderos de lidia, tienen camadas al precio, que es casi impuesto por el empresario, que es más duro que un sancocho de pato a la hora de aflojar el dinero y paga por un encierro que se acomode a sus apetencias económicas y poco le importa la frustración del torero y del aficionado que paga la entrada a la corrida de toros y más, cuando los llamados veedores de las Empresas Taurinas y perdonen la generalización, junto a los miembros de las Comisiones Taurinas, se hacen de la vista gorda y avalan la reseña del encierro de poca monta.

Es de reconocer, que el toro de lidia, es toda una incertidumbre. No es fácil predecir como será su comportamiento en una Plaza de Toros, pero muy claro estoy que en los últimos años, en las corridas de toros que se organizan a lo largo y ancho del territorio venezolano, no volvimos a ver al toro de verdad, al toro toro.

¿Qué está pasando realmente en el campo bravo de Venezuela?, ¿perdieron la mística y orgullo los ganaderos de lidia?, ¿se convirtieron en pichirres al no hacer el esfuerzo y refrescar sus vientres y sangre en sus dehesas?, ¿acaso se acostumbraron a depender del apoyo oficial y ante las lógicas trabas por la coyuntura económica política, se entregaron a su mejor suerte y poco les importa la calidad de la materia prima, esencia de la Fiesta Brava?, son infinidad de interrogantes que nos vienen a la mente, en búsqueda de la mejor respuesta y quizás, en el aire quedarán.

Venezuela ha tenido y tiene ganaderías de lidia, de respeto, que han dado gloria al campo bravo venezolano, a toreros nacionales y extranjeros, otrora época que hoy día, los taurinos recordamos y añoramos cada tarde que acudimos a una Plaza de Toros, con la esperanza de observar un excelente espectáculo taurino, con la incertidumbre de que salga el toro deseado, el toro toro.

Del campo bravo venezolano siempre esperamos lo mejor y en ello, tienen alta responsabilidad los ganaderos de lidia, quienes indiscutiblemente deben retomar la especialidad con el punto de honor, de ofrecer camadas de respeto, con hechuras y ornamenta limpias, con la pureza de la casta por delante, para su propio bien, para bien de la especie animal, para bien de los toreros, para bien de los aficionados, para bien y prestigio de la Fiesta Brava en Venezuela.